Protegiendo la entrada del Caño de Sancti-Petri, formaba parte de un conjunto de importancia estratégica y militar para la zona. Tanto para la Torre-Atalaya de 1610, como el resto de la construcción de murallas y recinto que datan del s. XVIII, se tenía como objetivo la rehabilitación recuperando su fisionomía original y los elementos constructivos necesarios para asegurar la estabilidad del conjunto, siempre que esta se conociese con fiabilidad histórica. La obra fue promovida por el Ministerio para la Transición Ecológica.
